miércoles, 4 de abril de 2012

Diario de Lucena. El abuelo (I)

Dos días llevo escuchando a mi abuelo cantar. Recuerdo que ha cantado siempre. Él que es de chascarrillo fácil, de dicho y proverbio: siempre canción antes que refrán.

 Mi abuelo, Antonio (Lucena, 1927).

Hoy ha sido curioso el día. Solo me he sentido bien acompañándolo y escuchándolo. Después de comer se ha acostado y se me ha bajado el alma a los pies. Mi abuelo tiene devoción fervorosa por mí. Creo que ha creído siempre que yo sería su nieta, la nieta, la suya. De pequeña, de pequeña pequeña, me cuenta mi madre (y yo quiero recordar algo) que me pasaba el día pegada al abuelo. La adolescencia fue complicada en esta relación y como al padre era complicado matarlo, yo maté al abuelo. Salté una generación y renegué cualquier cosa que pudiese ser mi abuelo. Peleas y riñas se sucedieron hasta que abandoné el pueblo. Una vez fuera, cada vez que regresaba, volvía intentar ser su nieta, la nieta, la suya. Intenté hace años que me contase de su infancia (también con mi abuela, pero a ella contar no le interesa). La infancia de mi abuelo no existe. Sus recuerdos comienzan en la posguerra y ya, con 13 años, no había tiempo de juegos ni de líos ni de nada. Imagino que por eso canta, porque por algún sitio le tiene que salir la infancia.

Como ha sido imposible que cante despacio para escribir las letras, las letras que dejo son más o menos lo que he pillado y lo que mi madre recuerda.
De aquí vengo, de aquí:



Que si fue que si vino 
cáscara pepino 
pechuga de trompo 
¿Quieres ser mi novia 
ahora por lo pronto? 


***


Anda vete con la otra, 
supuesto que tienes dos, 
la otra tiene dinero 
pero más vergüenza no. 


***


Tienes una cinturita
que anoche te la medí
con la cincha de mi burra
catorce vueltas le di 
y me sobró una poquita.


***


Y quieres que te cante 
como si fuese poeta 
ahora verás: 
las pavas no tienen tetas 
porque dios no se las ha dao 
pero las tiene tu hermana 
que yo se las he palpao.


***


Eres tan alto y finito 
como el hinojo 
lo que tienes de alto 
lo tienes de flojo.


***


Te pusiste y dijiste 
en una casa de juego 
que tú te casas conmigo 
eso será si yo quiero.


***


Tú piensas que yo cantando 
tengo el corazón alegre
yo soy como el ruiseñor
que en no cantando se muere.


***


Los poetas afamados
no beben vino ni aguardiente
que se beben los meaos
de las cabritas calientes.


***


Dorotea era una muchacha
que vivía en la calle Hidalgo.
Se casó muy jovencita
con un cura extraordinario.
El día que te vea, Dorotea,
asomada a la ventana, rosa clara,
te voy a partir la cara, so marrana.


***


Despreciaste mi cariño 
por un hombre que tenía mucho dinero.
Que tenía mucho dinero
lo has visto vestido de caballero
a tu reja se ha acercado a cuatro pies.
Soy un hombre y no puedo mantener
el orgullo que requiere tu persona.
Que requiere tu persona.
Ese rico es el que a ti te ilusiona
y orgullosa morirás sin un real.
Y por eso te verás:
aprovecha lo que a otra le ha sobrao.
Lo que a otra le ha sobrao.
Que el que tanto te quería te ha olvidao
y de entonces comprendí tu mal talento.
Y por eso me revuelco en el plumero
de las pavas que contigo yo he pelao.




Y seguirá habiendo cosas que contar, ahora que pasaré días enteros con él. Seguiré escuchando.