jueves, 20 de diciembre de 2007

Granada, me voy

[Foto del invierno pasado, cuando nevó en
la Alhambra ¡estaba más bonita!]

Me voy en dos días de Granada. Y me da pena. Me entristece saber que durante dos semanas no será esta ciudad la que me vea amanecer, ni yo la que la vea despertar.

Granada es solo una ciudad más. Pero atrapa. Cuando estás lejos la recuerdas, la echas en falta. Pero, incluso cuando estás aquí, te envuelve su recuerdo.

A veces pienso que la ciudad desprende una especie de fragancia que te hace conservar en la memoria todos los momentos que te ofrece. O una que te engancha para que no te vayas o para que vuelvas. Necesita a la gente alrededor, pisando sus calles, mirando sus sierras, sintiendo su espíritu. Como un enamorado, uno de esos que pasaron a la historia (historia, pasado, que no le falta a Granada, y te devuelve a él con solo caminar por cualquier sitio de la ciudad) que mueren de amor si está su amada lejos. Como un rey moro (no sé quién, lo siento) que cuando hizo Medina Azahara, plantó almendros en todo el espacio al que la vista alcanzaba, para que, cuando se pusiesen en flor, su esposa, de Granada, no echase de menos la nieve. No sé si esta historia es exactamente así, pero me ha encantado siempre pensarla, ¿algún gesto de amor más lindo?

Me voy, sí. Pero volveré. Volveré, de hecho, lo antes posible. Antes de que Granada pueda echarme de menos, antes de que se percate de que me he ido, antes de que mi ausencia se note.


Feliz Navidad, a Granada y a todos, claro.


Una canción: Granada, de la Caja de Pandora. Os dejo la letra:

Tierra mora hasta la eternidad
olivares, el jardín de Alá,
son murallas a tu alrededor
y en la Alambra se oye una oración:
“Tan lejos de ti que tengo
que echarte de menos,
desde aquel abril no puedo olvidar
tu mirada. Me hierve la sangre,
es casi locura desde aquel maldito abril”.

Granada, tu brisa mezclada en aromas
de campo provoca mi sonrisa
y recuerdos de un tiempodejó añorado. Granada…

Aún me pierdo en la imaginación
peo muero por volver allí y sentarme para
contemplarun ocaso desde el Albaicín.
“Tan lejos de ti y no se me olvida tu encanto,
desde aquel abril yo creo seguir embrujado.
Me quema la sangre. Soy alguien distinto desde aquel
maldito abril”.

Granada, tu brisa me sabe a jazmín y
a romero que son
como caricias, el tacto de un dulce recuerdo.

Pueblos blancos de pintura y cal,
como oasis del desierto espejismos en la sierra.
Son fantasmas en la oscuridad
que ciegan mis ojos
al llegar el alba.

Como García Lorca, loco enamorado que esa tierra
vio morir.

Granada, tu brisa de mar, río, sol y montaña,
dejó abierta una herida de buenos
momentos que empañan
mis ojos, al darme cuenta que sigo pensando en Granada.

http://www.youtube.com/watch?v=YgTWkHPmK00 (un video, qué bonita!)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno primi, yo te la vigilo para que no te eche de menos ni al contrario.
La historia es la de Al-Mutamid (o algo parecido), es así... ya mismo florecerán los almendros e iremos a verlos como el año pasado.
Un abrazo chiqui y ponte buena prontito.

Carmen dijo...

Sí... Qué bonitos estaban el año pasado...
No te preocupes me voy recuperando, es lento, pero estaré bien pronto jajaja
Besisss!

Anónimo dijo...

Lo cierto es que Granada es una ciudad preciosa pero no debes olvidar que vuelves a otro lugar igualmente interesante. Supongo que todo el mundo "rechaza" en algún momento su tierra pero lo cierto es que Lucena es una ciudad importante históricamente. Además, creo que tiene muchos rincones por descubrir. Intenta pasear algún día con tranquilidad, sin atender al ruido de los coches. Date una vuelta por el barrio de Santiago. Por ahí debieron pasar cientos de judíos en dirección a la Universidad (Golem) cuando Lucena era una de las cunas de esta cultura. Llega hasta la Barrera y siente lo más profundo del barrio del Carmen y de la calle Rute.Envuélvete en el olor a vino de la taberna mientras imaginas un fandango al son de unas palmas y del murmullo del agua. Camina hacia el Carmen y detente en la belleza de su césped y en el bonito contraste que crea con la excepcional iglesia carmelita. Entra al Castillo, date una vuelta por sus muros centenarios. Siéntate en un banco del Llanete de San Agustín y admira el prodigio de la fachada de la iglesia. Y, por supuesto, sube a la Sierra, una incomparable conjunción de religiosidad, arte y naturaleza.

Seguro que Granada tiene innumerables rincones pero pienso que todas las ciudades guardan algún lugar especial que puede llegar a atraerte. Y Lucena, también.

Carmen dijo...

Ole mi nene!! Sabes? Hoy estaba paseando por Lucena, y me he acordado de unas palabras que me decía un amigo sobre Granada, él que es de allí me decía que lo que más le gustaba de Granada era que no tenía que pensar por donde ir para llegar a los sitios... eso me pasa a mí con Lucena, la tengo automatizada y quizás por eso me siento tan lucentina. La he visto hermosa hoy. Bajaba la calle Santiago, casi oscurecía el cielo ya, y he visto iluminado el campanario de la iglesia a lo lejos...
No es la ciudad lo que rechazo cariño, es el ambiente que tengo aquí, y es la libertad que me da aquello lo que añoro cuando llego aquí, y lo que hace que venga tan poco.
Es cierto que a pesar de que hemos conservado poco, Lucena está llena de historia y se puede ver en cada esquina, eso es innegable.
Besitos

Anónimo dijo...

Hola, Carmencita! Vamos progresando con mi viejo pc de Almuñécar: ahora puedo ver tu blog...pero no los mensajes, ni contestar!
Los jefes de Giuseppe, como ya Carmen sabe, son de Lucena...y no muy buena gente, la verdad. Yo he ido a comprar muebles, pero el pueblo no lo conozco.
Todo pueblo tiene sus cosas buenas, pero no puedes hacer que a la gente le gusten a la fuerza.
Besos