lunes, 21 de enero de 2008

El breve amor

El amor, el gran amor, es lo que nos trae de cabeza a la mayor parte de la sociedad. Que nuestra vida gire en torno a encontrar ese amor que cambie todo es algo que poca gente puede cambiar. Sin embargo, existe el otro amor, el breve, el que nos va dejando sobrevivir, el que nos alimenta el espíritu, el que nos consuela, el que, en realidad, nos da esa felicidad que solo se encuentra en los pequeños momentos. La compañía, la complicidad, y el amar aunque solo sea por un isntante. Bien, Cortázar y su manía con ayudarme en todo. De ahí:


Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente

para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-

(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?


Después suele quedar el anegarse entre las cenizas, sin un adiós. Y ocurrirá casi siempre, y volveremos a buscarlo, y volverá a ocurrir en una espiral infinita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso, chiquilla. Ayyyy esa búsqueda sin fin...esos pequeños momentos, esas ínfimas ilusiones...

Carmen dijo...

Ayyy! jaja Yo lo prefiero. Aunque, estarás de acuerdo conmigo, a veces no solo es ese 'sin un adiós' sino que deja una sensación de vacío... Eso será por tener en mente la otra búsqueda.

Anónimo dijo...

No sé...yo tengo un yogurt caducado desde hace casi 10 años...