miércoles, 10 de diciembre de 2008

Reinvención

Hay que reinventarse, siempre. De manera que si sientes A sientas A' o A''... Así, si cuando estás totalmente entregada a un sentimiento, ese sentimiento, por circunstancias que no nos importan, cambia, tu reacción sea la de la reinvención y seguir entregada esta vez al nuevo sentimiento, que no es nuevo sino reformado.
Estaremos de acuerdo en que cambiamos en un proceso lento y preciso. Cambiamos desechando lo que no es nuestro y arraigando nuestros caminos (teoría preciosa, digan ustedes lo que digan), luego deberíamos cambiar hacia un mejor estado de la persona, haciendo posible que los fracasos sean menos o de menor importancia. Pero esto no ocurre, no ocurre en materia emocional, porque en cualquier otro caso es la norma.
Mi opinión es que en materia emocional rara vez fracasamos, que cuando creemos fracasar simplemente hemos dejado de ser aquellos que empezaron, luego el sentimiento se ha transformado, las circunstancias colindantes son distintas, y nosotros nos hemos quedado anclados en aquel pasado que ya es puro pasado.
Caminamos hacia adelante por un proceso automático, olvidamos sin querer asuntos del pasado que duele o satisface recordar por mera y llana necesidad humana. Así dolernos de situaciones actuales es cerrar la puerta al crecimiento, a la transformación y al maravilloso proceso de nuestra propia reinvención.


I
Todo de pronto existe más allá del ojo azorado, entre espesos
eucaliptos ribereños
y aguas que arrastran cartones de leche y rosas.
Una cama que respira ya no es paisaje fotográfico ni acuarela
colgando sobre las llamas

sino cama que respira, profunda,
grave como la vida misma: péndulo

que se derrite sobre los llamas.

Inútil que un par de ojeras
lánguidamente te contemplen si el cuarto
está oscuro
si la tierra se oscurece, si el maravilloso sol durazno se desinfla
como clarinete ejecutado por un leproso ya sin fuerzas.
Miras el Oceno Pacífico y a unos niños enterrando botellas
en la arena cubierta de estrellas marinas. Todo de pronto existe.
Todo de pronto se pesa en la espalda.
En el horizonte se proyectan las pinturas de Altamira.
Todo nace en el corazón como de la nada nace el gusano en el corazón
de la manzana.
Todo un arco que se rompe, una flecha disparada, sola en el viento,
asombrada,
entre tanta geografía y arcoiris crepusculares, huérfana abyecta
que se ensarta
en el pecho de un árbol
que da sombra a la comida de tres borrachos
que arrojan al río / cartones de leche y claveles.

De pronto existe más allá del ojo la pestaña. Espesos eucaliptos
ribereños que las aguas arrastran.
Fin del mundo o cataratas. Carabelas a la vera de la vida. Todo
existe más allá de pronto.
Lejos de los témpanos donde se curte el cuero. Lejos de los pámpanos
donde la piel se suaviza.
Cuero y piel para el tambor de medianoche que toca un niño demente.
De pronto más allá. ¿Es el mundo la Rosa de los Vientos?
Amarga camanchaca que nos hace toser. Por decir algo. Por no
enrojecer de vergüenza
delante de tanta vida, de tanta existencia.
End of the world or waterfalls: Cristóbal Colón
más ilusionado que una niña, atraviesa la franja de fuego en una
camioneta, a la hora que desaparecen las últimas estrellas.

(Primer fragmento de Reinventar el amor. Roberto Bolaño Ediciones Taller Martín Pescador; México, 1976)
[Y sí, me siento un poco kafkiana hablando así. Porque creo en esa metamorfosis, y porque es tan
difícil que alguien secunde esto que te puedes llegar a sentir... ¿escarabajo?]

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta tu teoría: Mi opinión es que en materia emocional rara vez fracasamos, que cuando creemos fracasar simplemente hemos dejado de ser aquellos que empezaron, luego el sentimiento se ha transformado, las circunstancias colindantes son distintas, y nosotros nos hemos quedado anclados en aquel pasado que ya es puro pasado.

También creo que el fracaso amoroso es de los más crueles, el que deja más tocado. Valeria dixit. Un besico, guapa.