Nunca he
sentido añoranza, porque nunca he tenido que tenerla y siempre he sido racional
en cuanto a mis sentimientos. Como nada he hecho de mi vida, nada tengo que
recordar con añoranza; he podido tener esperanzas, porque lo que no existe
puede serlo todo; hoy no tengo ni esperanzas, porque no veo razón por la cual
el futuro tenga que ser diferente del pasado. Hay quien puede tener añoranza
del pasado, sólo por el hecho de que haya pasado, y hay quien incluso el mal
pasado le parece algo bueno por el hecho de haber sido y, por tanto, por lo que
éramos cuando sucedió. Nunca pude dar tanta importancia a la mera abstracción
del tiempo, hasta el punto de tener que sentir pena por mi pasado sólo porque
no puedo volver a tenerlo, o sólo porque era entonces más joven de lo que soy
ahora. Esa forma de sentir pena por el pasado, cualquiera, aunque sea un
inepto, puede tenerla; y yo repudio cuando sea común a todos.
Nunca he tenido
añoranza. No hay época en mi vida que no recuerde con sinsabor. En todas fui el
mismo: el que perdió el juego o desmereció lo poco de la victoria.
Sí, tuve
esperanzas, porque todo es tener esperanzas o morir.
El esfuerzo
cada vez más difícil, la esperanza cada vez más tardía, la desemejanza entre lo
que soy y lo que supe que podría ser se acentúa cada vez más en la noche de mi
futilidad implacable.
Barón de Teive
En: Pessoa, Fernando, La educación del Estoico, Barcelona: Acantilado, 2007.
Traducción de R. Villagrassa.
1 comentario:
Yo aquí pondría un me gusta, pero como no hay…
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