Que alguien te pregunte cómo estás, y espere tu respuesta, ya es
novedoso. Pero que alguien te pregunte cómo estás y te pida que lo expliques
con una metáfora meteorológica es clarificador. Una niebla, dije, como si se
avecinase una tormenta.
Nunca había pensado en si existían
talleres de terapia emocional. Qué locura, ¿no? Pues existen. Nunca se me
habría ocurrido pisar uno. ¿Estamos volviéndonos locos o qué? Pues lo pisé.
CultivArte de Mar González Vida |
Me vi envuelta, sin saber muy bien por
qué, en la convocatoria de uno de estos talleres, «CultivArte. Crecer a través
del arte. Terapia creativa». Por cumplir con la chica que lo coordinaba, a la
que conocía desde poco tiempo atrás y que me resultaba sensata y lúcida, me
acerqué. Qué puede pasar, pensé, que esté una hora, conozca a gente y me vaya a
casa, pues vamos allá.
Llegado el día, dediqué dos horas y
media: una en el taller, otra en ir y volver y media en una librería de camino.
He de reconocer que aún en la librería
pensé en abandonar el compromiso. Llegué a pensar, mientras merodeaba entre
libros, en distintas excusas que dar a la organizadora. Como siempre rompiendo
mi palabra, ese día, compré dos libros (para dos regalos) y me fui, convencida,
al taller.
Llegué a la terapia creativo-emocional
en un caos sentimental, qué oportuno. En esa excursión hacia el otro lado de la
ciudad anduve entre mis imposiciones, mis contradicciones, mis esfuerzos por
redimirme con un sacrificio que equilibraría el karma.
Una hora después, desandaba lo andado
entre abochornada y contenta. Como es costumbre en los que prejuzgamos con
cierta ligereza, me equivoqué. La coordinadora resultó ser no solo ser
inteligente y divertida, que ya lo sabía, también era empática, creativa y
trabajadora. Había organizado un encuentro provechoso, desconocidos que se
divertían y que se interrogaban a sí mismos, a través del asombro y el
optimismo.
Al final, el taller se había
convertido en un descodificador personal. Me descubrí riendo, haciendo planes,
reestructurando el mapa emocional. Y salió
el sol, y se vio la Mar.
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