enlutadas de invierno,
que no tendré un vecino, ni un hombro, ni una sola
sílaba a que arrimar el peso de mis sombras,
pero al menos habrán de acompañarme
los perros erizados que hurgan en las basuras,
o esa lluvia que arrastra
periódicos y fango y pañuelitos mustios,
o esos trenes perdidos cuyo silbido llega
desde lo más extraño de la tarde.
Pero no por abril. No cuando cada instante
improvisa un verdor
y todo es trino y todo son colegialas rosas
y para hablar del mundo solo sirve
la palabra sonrisa.
No por abril, te pido, porque entonces
no me acompañará ni una hoja rota: todo
me será ajeno, todo
hará mi soledad más soledad.
3 - V - 78
Miguel D'Ors, El misterio de la felicidad. Antología poética. Renacimiento, Sevilla, 2009
2 comentarios:
Desde mi retiro, muchas gracias por tu atención a mis ocurrencias, recordando los días en que eso que algunos llaman Azar y yo prefiero llamar Providencia nos hizo coincidir en Granada. Un afectuoso saludo.
Qué alegría que aparezcas. Es un placer releerte de vez en cuando. Azar o Providencia, fue una gran suerte ese encuentro. Un saludo entusiasta.
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